-Sr. Gobernador, es necesario depositar los recursos para la organización de los juegos de la liga de béisbol.
- Después… primero lo importante,… déjame verlo.
Tres semanas después…
-Gobernador, te recuerdo lo de la liga de béisbol…esta pendiente.
-Aguántate, no te desesperes
-yo me aguanto…pero Ranulfo (presidente del club Petroleros de Minatitlán y presidente del CDE del PRI) me esta insistiendo.
-Mira, a ese pendejo, no le vamos a dar nada, nada!, ni un quinto, a ver como le hace…y ya no me insistas por favor.
Tras una larga y paciente espera de aspirar a la dirigencia estatal del Partido Revolucionario Institucional, por fin, el día 9 de agosto del año pasado, Ranulfo Márquez fue elegido Presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, en Veracruz.
Tras una infructuosa gestión al frente del PRI, después de seis meses de aislamiento, de confrontación con el Gobernador, Ranulfo Márquez fue removido casi expulsado.
La clave para entender el movimiento está en conocer el pacto o acuerdo político para su defenestración, su ninguneo y su exclusión del circulo de poder estatal.
Es sabido, por todos, la animadversión que Márquez suscitaba en el llamado “grupo con-pacto”, ese formado por la liga juvenil de la fidelidad y que arribó al poder para sostener y sostenerse en el proyecto político del Gobernador.
Animadversión inducida y fortalecida por los conciliábulos de la liga, donde determinaban el futuro del estado y de su proyecto; donde se burlaban de la vieja clase política, donde menospreciaban a la ciudadanía, donde se anidó la soberbia, donde se perdió la elección.
De tal suerte que no era raro ver que Ranulfo siempre traía mala prensa, siempre se le golpeaba en columnas, donde siempre se le vinculaba a la corrupción electoral, siempre se le señalaron faltantes en la dependencia donde despachaba, siempre se le negaban virtudes, siempre se le atribuían derrotas, siempre se le negó el derecho a ser dirigente de su partido; y a lo largo de estos años, no pocos, siempre se burlaron de él.
A solo 10 días del cambio de la dirigencia nacional, Ranulfo abandonó el partido, cansado, humillado, removido y casi expulsado. ¿Qué significa que sea removido Ranulfo Márquez de la dirigencia del partido a escasos días de la llegada de Humberto Moreira al CEN del PRI?
¿Quién pactó la remoción de Márquez y la llegada de un veleidoso Héctor Yunes?
¿Quién promovió la renuncia y la carta pública de Harry Jackson y su abandono del partido?
En su momento, la llegada de Ranulfo al PRI estatal fue interpretada como la urgente necesidad de reconstruir, hacia dentro del partido, los saldos negativos de la pasada elección. Fue el mensaje vivo de que el proceso electoral dejó cientos de inconformidades con quienes tomaron las principales decisiones internas y provocaron a la postre un millón seiscientos mil votos en contra (sumada la oposición) y el famoso voto diferenciado o cruzado, que dejó cientos de alcaldías y la mitad de las diputaciones en manos de la oposición. Sin contar que el candidato a Gobernador perdió en las principales ciudades del estado, incluida la capital y el puerto de Veracruz. Había que sumergirse dentro del partido para saber que fue lo que pasó.
El saldo político dentro del PRI es que hubo fraccionalismo, deslealtad interna, soberbia de grupo, exceso de confianza, ficción mediática, autoritarismo e imposiciones. Todos elementos claves para entender la sorpresiva votación de la más cercana oposición. Y la altísima votación de toda la oposición junta.
Márquez llegó al PRI para reconstruirlo desde sus bases, para inspirar espíritu de grupo, para fortalecer la unidad, pero sobre todo para recuperar la confianza de que el partido es el mejor vehículo para representar los intereses sociales y populares de los veracruzanos.
Su remoción deja claro que no lo dejaron.
Cómo se puede entender que quien le regateó la candidatura al gobierno del estado a Javier Duarte, quien fue su único y real adversario interno, quien pugnara por la apertura y democratización del partido, quien dejó colgados a sus simpatizantes y en rebeldía no impulsaron con fuerza a Javier Duarte, llegara a relevar a Ranulfo Márquez.
La salida de Ranulfo de la dirigencia del partido se da en medio de rumores de la alianza político electoral de Javier Duarte con el proyecto político de Enrique Peña Nieto. La expulsión de Ranulfo Márquez significa que el pacto político que lo llevó a esa posición se desvaneció o perdió fuerza (Paredes-Fidel) y que una nueva correlación de fuerzas en el estado, se acaba de apoderar del partido (Moreira-Duarte).
La carga, el fardo, el lastre que arrastra tras de sí Ranulfo Márquez es su excesiva lealtad a Fidel Herrera y la enorme desconfianza y animadversión que le suscita a Javier Duarte.
Los intentos por fortalecer al partido, convocar a la unidad, fortalecer al Gobierno estatal, reconciliarse con sus bases, ser la punta de ataque ideológico frente al PAN, encabezar la defensa de las decisiones del nuevo Gobernador, quedaron ya en manos de Héctor Yunes. El “democrata” Héctor Yunes se atrevió a decir que “el liderazgo del partido tricolor en Veracruz solo esta en manos de Javier Duarte”, el mensaje pedido a modo, fue claro y directo para el exgobernador, quien ha sido inoculado en sus pretensiones protagónicas dentro y fuera del Estado.
El fidelismo se extingue. El duartismo comienza a fortalecerse.
Mientras tanto, Ranulfo Márquez tendrá tiempo para buscar fondos para su equipo y la liga de béisbol.
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