--“Censurarme por ser rapero
/ Es como censurar a un pueblo entero /
A mí no me importa si te gusto o si te disgusto
/ Pues mi diploma de 4to año esta firmado por un corrupto (…)
/ La mayoría de nosotros somos más gente que ellos
/Díganme, a qué rapero de esta isla / Lo han acusao de las puercás que han acusao a Misla”.
«Censurarme por ser rapero» Eddie Dee>
No pude ir al paseo del Carnaval en Veracruz, hace años que no me motiva mucho el asistir, las masas enloquecidas no son mi fuerte. Los sustos, violencia y agandalle de visitantes, comerciantes y vendedores, han desmotivado mi asistencia a la fiesta más grande de Veracruz.
Pero a cualquier lugar que vas te encuentras con cientos de participantes, que van al malecón a abrirse paso en el corredor central o en gradas.
Fui a comprar chucherías a una tienda de conveniencia y me encontré a cerca de 12 jovencitos de 16 o 18 años, entre hombres y mujeres, que por su acento mostraban sus credenciales de visitantes de la capital…o sea “chilangos”. La tienda vendía hielo y cervezas a discreción y tenía una bocina afuera y al son del reggaetón, Daddy Yankee y Pitbull, los “chilangos” daban clases del “perretón” o “perreo”, como se le llama al baile que acompaña esta música y letras.
Los chicos, bajo los evidentes influjos del alcohol y las desveladas, bailaban con soltura y capacidad, y mantenían a una audiencia a la expectativa, de los movimientos sexuales que caracterizan el perreo. En la tienda, los “chilangos” armaron su carnavalito y fueron el centro de atención.
Nacido en las favelas puertorriqueñas en los años setentas, el reggaetón fue combatido por las autoridades de ese país en sus inicios, acusado de corruptor y de promover el “perreo”, un baile considerado soez, provocador, sexualmente explicito. Pero ahora, sobre todo, después de que se ha comercializado desde los barrios puertorriqueños en Nueva York, Chicago y Miami, se ha convertido en un éxito mundial y en el principal producto de exportación musical de Puerto Rico. La música, letras y baile, sugieren un sincretismo de las culturas indígenas, y africanas de la isla, mezcladas con ritmos (rap) e instrumentos electrónicos modernos (sintetizadores, pianos, guitarras, etc.)
Las críticas al reggaetón han sido abundantes, a sido considerado una música altisonante, vulgar, con bailes sexuales, que explotan sexista mente el cuerpo de la mujer, donde la dominación masculina en todos los órdenes es evidente, los valores alrededor de la violencia, el sexo y la vida sórdida se han “bailables” y “cantantes”.
Cómo aseguran la cineasta Francés Negrón y la socióloga Raquel Rivera, quienes han abordado el fenómeno desde su estancia en los barrios neoyorkinos…”Desde el comienzo fue producido por y para la juventud urbana de las clases más pobres. Pero ya para mediados de la década del 90 las letras sexualmente explícitas del reggaetón y sus crónicas de la violencia cotidiana llegaron a oídos de una malhumorada clase media, que respondió al nuevo género musical con su propio estilo de hostilidad. «Muchos trataron de detenernos», recuerda en una entrevista Daddy Yankee, la estrella máxima del reggaetón. «Como pionero que soy, creo que puedo hablar sobre eso, sobre cómo el gobierno trató de pararnos, sobre cómo personas de otros estratos sociales (…) miraban por encima del hombro a los jóvenes de los barrios, subestimándonos y viéndonos como marginados.»
La ofensiva gubernamental contra la música, el baile y la vestimenta en Puerto Rico tuvo su máxima expresión, pero fue inútil, el sentimiento y emociones que provoca el reggaeton y que son compartidas por decenas de miles de jóvenes sin expectativas, sin futuro y sin horizonte, dieron al traste con los esfuerzos autoritarios y violentos del Estado.
Y aunque la pudorosa clase media latinoamericana y mexicana consideran al reggaeton como inmoral y grosero, éste ha hecho presa de cientos de miles de jóvenes de la ciudad de México. Existen concursos de baile y perretón en las secundarias, no solo las asentadas en las barriadas más pobres, algunas promovidas por las autoridades y otras promovidas por los propios jóvenes, sin permiso ni autorización de las autoridades escolares, pero estas ya nada pueden hacer.
Detrás de los ventanales de las direcciones de las escuelas, se ve a los profesores, maestros y directivos, moviéndose al ritmo de Daddy Yankee, de Pitbull, Don Omar, Tego Calderón, Arcángel, Wisin y Yandel, y el grupo estrella invitado al carnaval de Veracruz, Calle 13.
Por lo pronto, fuera de la tienda, los “chilangos” bailaban y afuera, los demás miraban y otros bailaban también.
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